El maní ha sido cultivado desde hace 8000 o 7000 años debido a la gran importancia de sus semillas como alimento. Los conquistadores españoles observaron su consumo al llegar al Perú. Así mismo, según los restos arqueológicos de Pachacámac y del Señor de Sipán, esta especie se cultivó por primera vez en la zona andina costeña peruana. Incluso, esta leguminosa puede ser observada en el collar del Señor de Sipán.Por otro lado, el maní es muy rico en grasas poliinsaturadas, proteínas de alto valor biológico, vitaminas A, B-1, B-2, B-3, C, E y D, y sales minerales: azufre, magnesio, fósforo, calcio, potasio, hierro, cobalto, flúor, yodo, sílice, manganeso, cloro. Posee estrógenos vegetales (para la mujer en la menopausia), flavonas (mejoran la circulación) y taninos (astringentes a nivel intestinal). Además, controla los niveles de colesterol, ayuda al sistema nervioso a mantenerse saludable y mejora la artritis.
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